26 noviembre, 2007

Jubilarse a los 70

Desde hace varios años tengo muy claro que yo no voy a poder disfrutar de una jubilación fácil, a no ser que "prudentemente", haga caso de las entidades bancarias y proceda a abrir un plan de pensiones en el que poder ingresar cada mes una cantidad de dinerito que en un futuro me garantice calidad de vida.
Y digo yo... ¿Cómo pretenden que viva, pague la hipoteca, tenga hijos y encima ahorre para mi jubilación con un sueldo de mileurista?
Por supuesto la pregunta se imposible de contestar. En una sociedad capitalista como la nuestra lo único que importa es el consumismo del día a día y lo demás queda en el olvido.
La nueva receta que se ha inventado el gobierno es retrasar voluntariamente la edad de la jubilación hasta los 70 años premiando al que lo haga con un 2% más de la cuota por año de más trabajado.
Y digo yo... ¿Ustedes creen sinceramente que un trabajador del metal, de la construcción, del taxi, del textil, de carreteras y tantos otros trabajos de una dureza física considerable puede aguantar hasta los 70 años tan ricamente? Evidentemente, tampoco espero respuesta a esta pregunta.
Me sorprende que teniendo un mercado laboral inestable, en el que tener un contrato indefinido es casi un milagro, en el que a partir de los 30 años eres viejo, en el que ser mujer es un impedimento... la única solución que se les haya ocurrido es hacernos trabajar más. ¡Será gracioso ver las colas de ancianos rellenando currículos en las empresas de ETT!
Una vez más saldrán beneficiados de esta medida las personas de un cierto estatus, con trabajos más o menos relajados, que no provocan desgaste físico.
El gobierno insiste en que esta medida es voluntaria pero... ¿Cuanto tardaran en hacerla obligatoria?
No puedo evitar pensar en la novela de George Orwell, Rebelión en la Granja y en uno de sus protagonistas el caballo Boxer. Para quien no la haya leído... ¡No se a que esperáis! Jajaja, es broma. Pero lo cierto es que debería ser una lectura obligatoria.
El libro trata de un grupo de animales explotados por su amo que se rebela y crea una sociedad nueva, donde todos son iguales y trabajan al unisono por el bien social. Poco a poco, la ambición de unos pocos hace que esto sea una utopía y el bienestar prometido nunca llega.
El caballo Boxer se pasa toda la vida cargando piedras, arando, ayudando a unos y otros soñando en su próxima jubilación. Para ello tiene un prado reservado, donde poder pacer tranquilamente sin hacer nada más hasta la muerte. La realidad es que el prado se destina a otros fines y nunca le llega el momento de jubilarse. Cuando finalmente cae enfermo de tanto trabajar, los dirigentes deciden que es más útil para todos venderlo a un matadero.
En fin, que yo he empezado hoy mi plan de jubilación echando unos céntimos en una hucha que tengo por aquí. Quien sabe, igual céntimo a céntimo consigo lo suficiente como para poder pagar una residencia en condiciones con unos enfermeros macizos (la carne es débil) que me puedan cuidar cuando por fin me dejen jubilar.

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